En 1502 dictaminaba Isabel ‘la Católica‘, reina de Castilla (nuestra madre patria, no olvidéis): “Mandamos y defendemos que ningún librero ni impresor de moldes ni mercaderes, ni factor de los susodichos, no sea osado de hacer imprimir de molde de aquà adelante por via directa ni indirecta ningún libro de ninguna facultada o lectura, o obra, que sea pequeña o grande, en latÃn ni en romance, sin que primeramente tenga para ello nuestra licencia y especial mandado.”
Cientos de años después, las polÃticas de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), comprueban que el sentimiento monárquico se recicla a pesar del rechazo a sus formas mas “sutiles” (otro de mis adjetivos incómodos), como la nefasta “Ley de Servicios de la Sociedad de la Información” con la que ahora se mantiene en vilo a la página web del proyecto Alasbarricadas.org por dañar el “honor” (sic) del tal RamoncÃn, el decadente sÃmbolo monárquico remasterizado.